El propietario hoy es un hombre que posee Bonos del Tesoro, rentas del Estado, dinero de la caja de ahorro del banquero o del notario, créditos hipotecarios, acciones industriales, mercancías en las tiendas, casas que alquila, tierras que arrienda. Cuando la circulación es regular y plena, la propiedad, como privilegio, tiene valor para el propietario; si la circulación se suspende, el privilegio pierde su efecto y el propietario se vuelve al momento tan pobre como el proletario [...].
La propiedad no es nada en si misma. No es más que un privilegio de la circulación, como un peaje establecido sobre un río; un resto de feudalismo, cuya abolición es el complemento obligado de nuestro gran y glorioso periodo revolucionario.
P. J. Proudhon, ¿Qué es la propiedad?, 1840
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