sábado, 6 de julio de 2013

Alta sociedad: burguesía y nobleza

El verdadero nombre del señor Dambreuse era en realidad el de conde de Ambreuse; pero, desde 1825 había ido abandonando poco a poco su nobleza y su partido para orientarse hacia la industria; y, con el oído en todas las oficinas y la mano en todas las empresas, siempre al acecho de las buenas oportunidades, sutil como un griego y laborioso como un auveriano, había amasado una fortuna que se decía muy considerable; además, era oficial de la Legión de Honor, miembro del Consejo General del Aube, diputado, par de Francia en breve; muy servicial, por otra parte, fatigaba al ministro con sus continuas peticiones de ayuda, de cruces y de estancos; y, en sus enfurruñamientos con el poder, se inclinaba por el centro izquierda. Su mujer, la linda señora Dambreuse, muy familiar a los periódicos de modas, presidía las reuniones de caridad. Con su adulación a las duquesas, ella apaciguaba los rencores de la nobleza y daba a entender que el señor Dambreuse podía arrepentirse y prestarles útiles servicios.
El joven se sentía turbado al dirigirse a aquella casa. 
"Debería haberme puesto el frac. ¿Me invitarán al baile la semana próxima? ¿Qué van a decirme?"
Recuperó su aplomo al pensar que el señor Dambreuse no era más que un burgués, y saltó con desenvoltura de su birlocho a la acera de la calle Anjou.
Tras empujar una de las dos puertas cocheras, atravesó el patio, subió las gradas y penetró en el vestíbulo pavimentado con mármol de color".
G. Flaubert, La educación sentimental [1869], Madrid, Alianza, 1981.


No hay comentarios:

Publicar un comentario